Ella se creía humana.
Ellos la creían muerta.
Todos se equivocaban.
Angela se había cansado de esperar: a encajar, a dejar de aburrirse, a escapar de sus rutinas, a sentirse viva, en definitiva. Lo que jamás se le habría ocurrido es que una aparente banal mudanza sería el artífice que pondría su vida patas arriba. Ser testigo de la cruel muerte de su tía Lily, el último miembro de su presunta familia, no es más que el inicio de un viaje tan inesperado como inevitable y peligroso.
El mundo tal y como lo conoce se derrumba poco a poco al igual que su identidad puesto que ni siquiera se llamaba Angela. Tampoco era humana. Ni la Tierra su hogar. De la misma manera que su perro no era lo que parecía ni su mejor amiga, una simple humana.
En el brinco de una guerra entre la luz y la oscuridad, recuperar su verdadera esencia y volver a sus raíces es la última esperanza que queda para enfrentarse a lo peor: la destrucción de todos los mundos. Sin embargo, recobrar lo que se ha perdido no es tarea fácil cuando de una striga se trata. Y sus enemigos, más fuertes que nunca, están determinados en impedírselo.